• La sexualidad es una parte normal del ser humano de ambos sexos a toda edad, también en los niños. Incluye la sensualidad (con sentidos alertas en busca de estímulos agradables) y la emocionalidad (con emociones de curiosidad, interés, motivación, satisfacción, disfrute).
• La cultura es la encargada de mostrar a cada ser humano cómo expresar su sexualidad. La primera educación parte de la familia. Más tarde parte también del entorno, y entonces es imprescindible adaptar las ideas familiares a las del ambiente circundante, particularmente al principio el jardín de infantes y la escuela.
• Así como la cultura va cambiando, también de generación en generación cambian las expresiones de la sexualidad. Lo que es esperable en una generación no necesariamente es considerado así por la siguiente. Es bueno que los padres reflexionen acerca de sus (pre)juicios: ¿Son propios? ¿O provienen de modas culturales o de imposiciones mediáticas, que se han adoptado sin criticarlas?
• Si algo ha salido mal en esta educación, la sensualidad y la emocionalidad pueden ser vividas con sentidos que están a la espera de estímulos desagradables y con emociones de rechazo, desinterés, insatisfacción, desagrado, miedo.
• La educación de la sexualidad de los hijos es parte de la educación general que los padres y las escuelas dan. Las metas de la educación de los niños deben ser constantemente conversadas por todos los involucrados: padres y escuela, adultos y niños / jóvenes.
• No son patológicos los juegos sexuales (homo o heterosexuales) ni las malas palabras. En cambio, es necesaria la consulta en caso de exhibicionismo marcado prolongado, masturbación compulsiva, curiosidad excluyente por temas sexuales, vuelco prolongado a actitudes propias del otro sexo...

• Cualquier tema es conversable a toda edad con sólo adecuar todos los temas al lenguaje de los involucrados.
• En las reuniones para padres de la escuela, informar al respecto y acerca de propuestas para la educación de la sexualidad
• Toda educación, y también ésta, debe partir de que se dirá siempre la verdad.
• Siempre se darán explicaciones con el mayor detalle posible que ese momento permita, ante el menor indicio de curiosidad, quitando al tema todo dramatismo (toda vinculación con alguna amenaza)
• Es diferente aportar información que aportar opiniones o experiencias personales. Éstas últimas deben ser cuidadosamente sopesadas antes de ser emitidas: ¿Ayudan o amenazan?
• La sexualidad no mejora porque se den a los niños clases escolares de “educación sexual” o se convoque a “especialistas”.
• Siempre es útil admitir las propias ignorancias, asesorarse, buscar conjuntamente.
• Jamás amenazar, “advertir”, castigar, culpabilizar, mentir, disfrazar con argumentos no ciertos, fantasear como si fuese verdad, dejar para más adelante, explicar que el niño / la niña “es muy chico/a”, atemorizar (preceptos religiosos, enfermedades...); jamás prometer premios.
• No separar a varones y mujeres para darles información sexual.
• Escuchar, comprender, explicar, proponer otras posibilidades.
• Libros y videos de educación sexual sólo sirven como complemento, nunca como primera fuente o reemplazo de las buenas relaciones personales que permiten incorporar la buena sexualidad humana, agradable, disfrutable.

* En base a la Cartilla Nº 5 del Proyecto Padres Orientados