• Un diálogo es un encuentro en que dos partes (dos personas, dos grupos) se encuentran a fin de expresarse mutuamente sus ideas, incluso sus sentimientos. El diálogo puede ser no sólo verbal, sino también gestual y corporal, como en un baile. Los objetivos pueden ser diversos: sólo asentada su opinión, tratar de entender a la otra parte, llegar a un consenso, tratar de convencer a la otra parte mediante razonamientos o manipulaciones, desde la imposición hasta la resonancia.
• Un verdadero diálogo nunca implica que una de las partes debe perder dignidad o derechos para continuar dialogando, e implica que ninguna parte avasallará la dignidad o los derechos de la otra.
• Un monólogo, por su parte, es hablar solo, sin interlocutor válido más que uno mismo. Se puede monologar sin usar la voz o ante un gran público. Los objetivos pueden ser aclarar las propias ideas o emociones, o comunicar sin admitir respuesta. En ocasiones, un aparente diálogo puede ser en verdad un monólogo de una de las partes en tanto la otra se apercibe de ello o no, o hasta ser un monólogo de dos, con impotencia mutua, una interacción manipulativa en que en realidad se demuestra a la otra parte que su expresión no interesa.
• En la teoría de la comunicación, rechazo y descalificación son fundamentalmente diferentes.
• En un diálogo las opiniones pueden ser encontradas. Una parte acepta a la otra como interlocutor válido y, con base en ese respeto, se manifiesta contraria a lo que expresa la otra. El rechazo es rechazo de esta expresión determinada, y sólo de esta expresión en este diálogo. El rechazo es habitual en el diálogo sano entre seres humanos, toda vez que cada interlocutor llega al diálogo desde historias diferentes e interpretaciones normalmente diferentes de la realidad. Es esta contrariedad la que enriquece a cada una de las partes que, en el mejor de los casos, buscarán consensos, los factores comunes, los puntos compartidos en ambas visiones, lo que podría graficarse como el área de intersección de dos círculos.
• La descalificación, en cambio, consiste en que una de las partes no considera a la otra un interlocutor válido. Degrada a la otra parte a la inexistencia como sujeto de diálogo. No sólo rechaza los argumentos de la otra parte, sino que rechaza a toda la otra parte. Desprecia, desacredita, denigra, desprestigia hasta la anulación. Es una actitud vertical que impide toda horizontalidad. El habla popular conoce esta actitud como ninguneo. La descalificación es utilizada para instalar un monólogo en presencia de otra parte a la que se discrimina al asignársele falta de calificación para un diálogo.
• Es fácil deducir que la descalificación es siempre violenta (productora de daño) y generadora de patología en el descalificado, con necesarias emociones de impotencia, miedo y hostilidad. La descalificación no sólo se produce por la abierta inhabilitación del otro, sino en ocasiones mediante manipulaciones que no permiten a la parte afectada percibir la descalificación con claridad.
• La descalificación puede ser utilizada en el ámbito familiar (desde violencia doméstica hasta la producción de esquizofrenia) o comunitario (todo tipo de discriminaciones).
• Es fácil evaluar la descomposición absoluta del diálogo cuando se aplica la descalificación. Como consecuencia, los consensos son imposibles. El descalificado sólo puede reaccionar defensivamente: con agresión -verbal, física, legal- y hasta violencia -daño- (si prima la hostilidad) o someterse a los designios del descalificador (si prima el miedo). Si le es posible, el violentado huirá, con lo que el círculo negativo se cierra.
• Las manipulaciones pueden consistir en seducciones, mentiras, ocultamientos, datos falsos, cambios de discurso, abordaje de temas accesorios para escabullirse del tema real del supuesto diálogo. O insultos denigratorios. El dialogo puede ser fingido o ni siquiera ser propuesto: hago silencio, no te invito, no te miro, no te hablo. No te reconozco ni te valoro. Se observa la acción pulverizante de estas actitudes en cualquier ámbito: pareja, familia, crianza, escuela, política.
• A veces la descalificación toma la forma de doble vínculo: hay un doble mensaje (dos mensajes contradictorios que son emitidos por una persona de importancia para el diálogo, con imposibilidad de denunciar la contradicción porque el descalificador podría romper del todo la comunicación): sólo queda la subordinación, la huída es imposible.
• En todos esos ámbitos, únicamente el diálogo (respetuoso de la otra parte como interlocutor válido) puede conducir a la democracia y perpetuarla. La descalificación destruye el proceso democrático, tanto sea en una familia como en un país. Procesos políticos como el neoliberalismo y el populismo son descalificatorios de los pensamientos diferentes, por tanto antidemocráticos, monológicos. Las minorías dejan de ser interlocutores válidos, no se les da voz, no se les escucha. Lentamente, conducen a miedo y hostilidad en los despreciados. Se abre una grieta entre violentos y violentados.
• Muchas veces, el poderoso impone “acuerdos” unilaterales. Pero solamente si se intenta concordar llegaremos a acordar.
• El descalificador no necesariamente lo es en conciencia, voluntariamente. Puede haber sido educado en la descalificación, haber sido descalificado como método educativo, y reproducir la interacción aprendida, ahora desde el lugar del poderoso / violento. El descalificado puede haber sido educado en la descalificación sin lograr nunca salir de esa interacción, quedando en el lugar del despoderado / violentado.
• La intervención terapéutica, tanto en una familia como en la cultura de un país, consiste en acceder a la metacomunicación, esto es, investigar y modificar las maneras de comunicarse: de dónde vienen, qué las mantiene, qué otras formas de comunicación son posibles.
• La democracia, en la familia, la escuela o el país, se basa en la confianza mutua entre los interlocutores, la honestidad de los objetivos, la tolerancia de los disensos y la búsqueda efectiva de consensos.
• Sólo el diálogo puede garantizar el bienestar general, el disfrute de la vida para todos los implicados.