• Todos los seres humanos viven inmersos en alguna cultura. En ella hay jerarquías, entre otras cosas determinadas por la edad de cada cual, y límites (los valores, las normas, las leyes) a los que hay que adaptarse. La cultura induce a cada individuo a incorporar ciertas modalidades de interacción, ofreciendo a cambio seguridad personal, confianza y contención. Estas interacciones dan derechos y generan obligaciones, responsabilidades. La cultura es presencial, y cada uno tiene a su disposición una serie limitada de roles o personajes con que interactuar. Abandonar la cultura de cada uno y sus modalidades de expresión directa y simbólica es muy difícil.
• Con intensidad creciente los seres humanos estamos ingresando en una cultura paralela: primero la de los medios, ahora la digital. Ésta interactúa con la cultura presencial y le impone códigos. Como en una guerra, una cultura va subsumiendo a la otra.
• La cultura digital es ajerárquica, ni siquiera hay rangos de edades. Es atractiva, permite una creatividad ilimitada, no requiere la presencia corporal (lo que permite guardar los secretos al respecto y crear roles y personajes ilimitados), sus valores y normas son laxos y los vínculos son débiles, los derechos no conllevan obligaciones, no hay responsabilidad respecto del futuro. Abandonar la comunicación digital es fácil, el displacer puede resolverse apretando un botón. En ocasiones, es el otro quien aprieta el botón, y me tocará a mí quedar incomunicado. La cultura digital produce emociones de inseguridad y desprotección. Entretiene, pero no contiene.
• Hoy en día, la cultura digital es omnipresente: televisores, computadoras, laptops, tablets. Los teléfonos móviles, smartphones y smartwatches, portables, invaden la posibilidad de socialización presencial. Redes sociales que son enredamientos digitoculturales.
• En la cultura presencial, la escuela sigue siendo el medio culturalizador por excelencia. En cambio, la cultura digital avasalla la escuela (y su socialización) y la reemplaza por googleos, chats, mensajes, whatsapps, vídeos. De medios para un fin (ayudar a la cultura presencial), los aparatos digitales han pasado a ser un fin en sí, determinantes de cultura.
• El humano sólo puede prestar atención a la máxima diferencia existente entre dos situaciones actuales. Es claro que en un instante dado no existe más que una máxima diferencia y sólo una. Eso significa que no es posible atender (bien) a dos fenómenos simultáneos, por ejemplo uno presencial y otro digital.
• Niños, adolescentes, jóvenes y adultos de toda edad reaccionan con fascinación, se adhieren y quedan adictos. Al atender a los aparatos digitales, no pueden atender a lo presencial. Si lo intentan, es espasmódicamente, unos segundos aquí y unos segundos allá, en detrimento de la socialización presencial y los aprendizajes.
• El reemplazo de la culturalización presencial -que llevan a cabo los seres humanos directamente- por la culturalización digital -generada por la intermediación de aparatos- es peligrosa, tóxica: La engañosa cultura digital no contiene, no reasegura, no protege.
• Es la escuela, con el compromiso de la familia y en comunión con ella, la que debe defender a la cultura presencial. Usaremos los aparatos, pero sólo en la medida en que sirvan a nuestra cultura presencial. Jamás permitiendo que tomen el control de la persona.
• De ahí que la escuela no deba permitir a sus alumnos el uso indiscriminado de estos aparatos, sin control presencial por adultos responsables. Estos aparatos deben quedar en la puerta de la escuela. No deben formar parte del paisaje de la cultura presencial, porque son, en aulas y patios de recreo, competidores constantes: No se puede dar y recibir clase, pero tampoco comer en la mesa familiar o departir con amigos, atendiendo (mal) a fenómenos simultáneos. El uso indiscriminado debe tabuizarse, como abordaje regio para la preservación de la cultura presencial, analógica, típicamente humana.
• La cultura presencial (en la escuela, en el hogar), por otra parte, debe extremar los intentos por ser lo suficientemente atractiva.
• El primer paso de todo tratamiento de una adicción es alejar el agente adictivo. Y una adicción sólo se interrumpe mediante la firmeza de todas las partes comprometidas.