La psicoterapia es hoy en día más que lo que la palabra indica: No es sólo “psico”, ya que eso la limitaría a dedicarse sólo a aspectos “mentales”, esto es, emocionales y cognitivos. Pero eso no es posible. También los aspectos biológicos, físico-moleculares y espirituales son representaciones de un mismo fenómeno único e indivisible: el ser humano.
Tampoco se trata en sentido estricto de una “terapia”, lo que haría alusión a la curación de algo enfermo. Si bien quien solicita una psicoterapia se siente desestabilizado, sin poder regresar a su eje por sí mismo, no necesariamente eso es una enfermedad clínica en el sentido médico.
Y una psicoterapia siempre es útil como ayuda al desarrollo personal: Ayuda a conocerse a uno mismo, un viaje fascinante al interior de cada uno, en que cada cual va enterándose de sus zonas en sombra, ampliando su conciencia de sí; y madurando.
La psicoterapia es una comunicación, casi siempre -pero no siempre- acompañada de palabras. La conversación en ocasiones va acompañada de teatralizaciones, actividades corporales, juegos... Se parece a una conversación común, con la diferencia de que el tema es la vida de uno de los participantes. Y se parece a una confesión, sólo que no es necesario confesar nada ni absolver nada. Más bien el objetivo es resolver situaciones, sentimientos, cuestiones corporales, aproximaciones espirituales, pensamientos incómodos.
Puesto que el ser humano es transdimensional (molecular y biológico y emocional y cognitivo y espiritual), todo a un tiempo, y es imposible que no lo sea, los tratamientos fragmentarios – de lo biológico o de lo emocional o de lo cognitivo, por ejemplo, no van en contra de la psicoterapia: Son complementos, porque la psicoterapia se dedica a la persona en su totalidad, globalmente.
El ser humano es simultáneamente una forma (un cuerpo en el espacio) y una in-forma, información, es decir, una historia en el tiempo. Siempre ambas cosas, y ambas deben ser tenidas en cuenta.
La situación actual de cualquier persona de cualquier edad (incluso de alguien aún no nacido) es la resultante de su actualidad más sus experiencias personales más sus tradiciones. De ahí que una psicoterapia sea mucho más que la recomposición de las conductas, ya que en la actualidad de la persona intervienen influencias profundísimas, modalidades de interacción, respuestas aprendidas de generaciones de ancestros, verdaderos hilos que unen las vidas de los anteriores a nosotros con las nuestras en una constante adaptación a las circunstancias actuales.
Y el ser humano está construido en sistemas incluidos en un sistema (la persona misma) incluido en sistemas (los contextos culturales–sociales: la familia, la comunidad, el trabajo, el estudio, el país). Sistemas dinámicos, porque cambian de continuo.
En consecuencia, una psicoterapia debe fundarse en un enfoque sistémico-dinámico-transdimensional, que tenga en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos, psicosomáticos, sociales, morales y espirituales.
Es por eso que la psicoterapia ha de basarse en la constitución de una relación humana entre terapeuta y consultante, algo imposible de entender desde un punto de vista científico.
Para eso la ciencia debería ampliarse hacia una mirada holística.