* Sobre una matriz incomprobable que todas las civilizaciones han caracterizado como la no-forma, el ser humano adquiere con la concepción, al ingresar a la vida, una configuración temporoespacial: una forma en el espacio y una informa en el tiempo: El ser humano es simultáneamente materia e información.
* Los primeros intercambios con el medio, llámense estímulos, códigos, datos comunicacionales, constituyen impactos experenciales, vivencias, emociones primordiales que se inscriben en la memoria según generen satisfacción, satisfacción demorada o insatisfacción, a la manera primordial de placer o displacer.
* La repetición en el tiempo de experiencias similares es inscripta en bolsones de emociones similares. Cada eslabón vivencial -una emoción- va generando una cadena: cognición. Cada una de estas cadenas se amplia con el paso del tiempo, con lo que accede a la conducción de la actividad concreta del sujeto, que al principio respondía a la sola emoción.
* La índole absolutamente individual de los datos incorporados, las vivencias correspondientes y las cogniciones basadas en ellos produce en cada individuo mapas perceptuales propios, parecido pero nunca iguales a los de otros. El reforzamiento de las cogniciones permite el desarrollo de mapas conceptuales, luego de redes semánticas y finalmente de una cosmovisión particular, un paradigma global, de ese solo sujeto en un determinado estadío de su desarrollo. Cosmovisiones parecidas dan lugar a una ética comunitaria, creando un mundo valórico compartido.
* Al principio de la vida, simples cogniciones son puestas al servicio del hallazgo de invariantes y del descubrimiento de la permanencia de los objetos. Más tarde, la inteligencia debe definirse como la capacidad de diagnosticar la mayor cantidad de variables contextuales y de reaccionar rápidamente con respuestas que produzcan un beneficio individual. La inteligencia es creadora y formula metas mediante la imaginación. La producción de imágenes es previa a la aplicación de la lógica operatoria, ya que requiere más que representaciones simbólicas pero menos que extensas cadenas cognitivas. En el período preoperatorio, propio de la preescolaridad, debe facilitarse lo más posible la producción de imágenes.
* La satisfacción de las necesidades primordiales desde el comienzo de la vida y las emociones primordiales derivadas son la base para una buena representación simbólica, una buena imaginación y, más tarde, una buena secuenciación racional.
* La generación de soluciones individuales y el conocimiento consciente por el sujeto de las estrategias procedimentales aplicadas refuerzan e incrementan las cogniciones, preparándolas para una mejor resolución de problemas en el futuro. En cambio, la sola repetición de cogniciones incorporadas a partir de las experiencias de otros -caso lamentablemente común en la escuela- sólo rutiniza procedimientos cognitivos acompañados por emociones de indiferencia o displacer, siempre dismotivacionales.