• Nuestra época se caracteriza por las actividades interactivas mediante pantallas: televisor, computadora, internet, redes, mensajes de texto...
• Las posibilidades técnicas de la época determinan las maneras en que recibimos mensajes a distancia, y estas modalidades ejercen influencia sobre las comunicaciones más próximas e íntimas.
• El acceso técnico a la información modificó la cantidad y la calidad de la información a que una persona -y un niño- puede acceder. En nuestra época no se trata (solamente) de aportar información, sino fundamentalmente de ayudar a discernir la información.
• Las pantallas forman parte de la realidad cotidiana con la que convivimos, nos guste o no. No podemos simplemente negar su existencia y hacerlas a un lado.
• Nuestros hijos crecen en esta época, con estas técnicas a su disposición. Está en nosotros enseñarles a sacar provecho positivo de ellas.
• Para ello, nuestros hijos deben ser acompañados por sus adultos significativos en sus aproximaciones al mundo de la técnica.
• Así, no sirve prohibir. Sí es útil poner límites, por ejemplo límites horarios (de tala tal hora, tantas horas, tales programas de TV, tales páginas de internet, chat seguro).
• Es imprescindible conversar sobre lo que pasó, dar a nuestros hijos nuestra opinión adulta acerca de lo que ingresó en nuestros hijos.
• La actividad de pantalla nunca debe interferir con las interacciones familiares más centrales (por ejemplo las comidas, las actividades conjuntas, el inicio del sueño).
• Los mensajes de pantalla están abrumadoramente cargados de información publicitaria interesada en vender (ideas, objetos). Debemos ayudar a nuestros hijos a distinguir qué es publicidad (incluso no evidente) y a que aprendan a extraer lo que es necesario para ellos.
• Escuela y hogar deben trabajar mancomunadamente al respecto, intercambiando de modo constante puntos de vista y estrategias de acción.
* Correspondiente a la Cartilla Nº 1 del Proyecto Padres Orientados