• Cuando hablamos de violencia, hablamos de acciones u omisiones no accidentales capaces de dañar en una persona o en grupos de personas su dignidad, bienestar, desarrollo y/o derechos, con origen intencional o no, producidas por individuos, instituciones y/o la sociedad / la cultura. En base a una asimetría de poderes, de manera directa o indirecta, queda afectada la dignidad de otro ser.
• Si la violencia es un daño a la dignidad de otro ser humano y ser digno es merecer respeto, la violencia es lo contrario del respeto.
• Las violencias contra seres humanos se clasifican en malos tratos y castigos, acosos y abusos, negligencias y desamparos, y sobreprotecciones.
• La violencia es universal y hasta hace poco tiempo se la consideraba una característica “natural” del ser humano. Se ha demostrado que no hay ningún componente biológico que la cause, es siempre de origen cultural. La violencia tiene importantísimos correlatos políticos, económicos y pedagógicos.
• La observación de otro diferente (diversidad) justificaba la conclusión de que era inferior y dañable si no se avenía al autoritarismo cultural del poderoso de turno. La diversidad es normal, pero la supuesta inferioridad es una justificación para legitimar un daño.
• La mujer en trabajo de parto está centrada en sí misma y en su esfuerzo por hacer nacer. Necesita ser ayudada, no conducida.
• En los últimos siglos el médico intervino en los nacimientos y los llevó a su ámbito: el hospital, institución para enfermos. Su frac y su galera y su condición de hombre de jerarquía no le permitían agacharse ante la parturienta, y ella quedó acostada y con piernas abiertas ante él, a disposición de él y no de su propio acontecer. El médico cambió su atuendo y aprendió a lavarse las manos, pero mantuvo su posición asimétrica, dominante y autoritarista.
• Para parir, la mujer va buscando sus posiciones en el espacio. Va siguiendo su corazón, brama anunciando la llegada. Impedir eso es falta de respeto, atropello a su dignidad y a la del niño naciente. Los conocimientos están, la disposición humilde del profesional, no.
• En ocasiones, el médico, la partera/matrona, la enfermera, la institución, aprovechan la indefensión de la parturienta y hasta sin querer a veces violentan, dañan emocionalmente y físicamente. Con la excusa de que el parto es un trámite biológico no se forman en lo emocional, no transmiten emociones placenteras, no ayudan, no generan ternura.
• El parto dominado por terceros, apoyado por la cultura positivista, biologista, pragmática, neoliberal, conductista, por la historia cultural sin revisar y por la propalación por los medios de que todo debe seguir igual porque así está bien, tendrá consecuencias dañinas, por lo menos emocionales, por larguísimo tiempo, en la mujer y en su hijo.
• La madre parturienta, muchas veces, cree que este estado de cosas es “natural” y sin saber que otro parto mejor existe, colabora en el daño a sí misma y a su hijo.
• Los ejes a trabajar son por tanto hacer visible el problema, ayudar a la toma de conciencia, sensibilizar a cada persona y a la cultura en general y capacitar a todos los implicados.
• Salvo contados casos, la parturienta puede ser auxiliada por la partera/matrona que ha entendido que está al servicio de la madre y su hijo y apoya con ternura y conocimiento. El médico -es una suerte que exista- debe reservarse para el caso de ser llamado por alguna complicación. El lugar del parto es la propia casa acogedora de la parturienta, con todo el apoyo técnico y profesional necesario allí mismo, o la casa de partos, un lugar extrahospitalario para recibir una nueva vida en un ambiente de gozo y alegría.